Comentario humanístico
Aquí, en efecto, empieza ya a definirse la alteración mental iniciada
desde años atrás.
Olivares se daba
cuenta de que todo estaba perdido. Aquel mismo año, 1641, hace un
testamento, pieza esencial para juzgarle, en el que, enfrentado con Dios y con
la Historia, cerrados de momento los oídos a las desdichas que le rodeaban,
resurge todavía, ya tocado de neto delirio, su espíritu de grandeza. No es de
los rasgos menos llamativos de este delirio su absurda esperanza de tener hijos
todavía con su mujer Doña Inés. Pero, por si acaso, reconoce al hijo del amor
clandestino, a Julián, a la vez que el Monarca reconoce a Don Juan, hijo de la
Calderona.
Después ya es todo
triste declinación, salvo el arranque magnífico de la publicación del Nicandro, el papel con que se defiende
de los que cobardemente le atacan después de caído y en el que, por vez
primera, su cuerpo decrépito se alza altaneramente ante el Rey –el ídolo- y le
amenaza. Un destello más, el postrero, allá en Toro, próximo a morir, cuando
pide al Rey que le permita alzar gente de a caballo para socorrer la frontera
de Portugal. Son los últimos fulgores de su ambición genial. Después, se fue
poco a poco hundiendo en la demencia, que será estudiada en el último capítulo.
Así fue la vida
interior del Conde-Duque, torturada por el vaivén descomunal entre la
desesperación y la gloria. Pocos, repitámoslo, sospecharán tan hondas, tan
entrañables miserias humanas en aquel gigante, que los retratos y los cuentos
nos han hecho ver como un monstruo de vanidad y de astucia.
(Gregorio Marañón, El Conde
Duque de Olivares)
1.b) Humanístico,
y concretamente un ensayo por su intención divulgativa,
naturaleza especulativa y teórica, orden y claridad
en la exposición (público no especializado), enfoque subjetivo y
voluntad de estilo.
Dos
modalidades discursivas habituales en los textos humanísticos,
como son la exposición con pasajes narrativo-descriptivos (hechos
biográficos de Olivares) y la argumentación, tesis del último párrafo.
Desde
un plano pragmático-textual, la intención del autor especialista
G. Marañón es explicar episodios históricos del final de la vida
de Olivares para convencernos de que padecía una alteración mental que
lo justificaba.
Predominan
las funciones referencial (datos históricos), expresiva (léxico
valorativo “entrañables”), apelativa (uso imperativo y plural sociativo
“repitámoslo”, foco en el receptor) y poética (voluntad de estilo).
Es
un texto adecuado, en el que un emisor experto se dirige a un receptor
no especializado, de ahí su carácter divulgativo, en un registro formal.
Asimismo, es coherente con unidad y progresión temática que logra
gracias al orden y claridad y una estructura encuadrada:
introducción (línea 1 y 2, presentación del tema), desarrollo (datos históricos
que demuestran la alteración) y conclusión (último párrafo, confirmación de la
tesis). El fragmento está cohesionado a través de mecanismos (deíxis
temporal, elipsis de sujeto, recurrencia léxico-semántica: delirio,
demencia, vaivén) y conectores (así para concluir, después
temporal, pero oposición, y un detalle más adición).
En
el nivel morfosintáctico, se refleja y explica información con objetividad,
observable en el uso de la modalidad
oracional enunciativa, el modo indicativo del verbo (plano real)
y la tercera persona gramatical. Además con en lo que se refiere al
tiempo verbal, vemos numerosos ejemplos de presente histórico
(“resurge”, “reconoce”), que acerca el pasado al lector; también formas
propias de la narración (pretérito indefinido: fue) y la descripción
(pretérito imperfecto:daba).
Abundan los sustantivos
que reflejan el carácter abstracto-especulativo del ensayo: alteración,
delirio, ambición… Del mismo modo, detectamos adjetivos valorativos que
reflejan una marcada subjetividad (absurda, triste, entrañables, genial,
decrépito…). En cuanto a la sintaxis, hay que poner de relieve el
predominio de oraciones largas y complejas (coordinación y
subordinación), en las que abundan los incisos aclaratorios y la
presencia de subordinadas (adjetivas y temporales sobre
todo “cuando pide al rey”). Todo ello revela las complejas relaciones
entre las ideas expuestas, así como cierta voluntad estilística.
Por
lo que se refiere al nivel léxico-semántico, habría que destacar
el uso de un léxico connotativo, que refleja valoraciones subjetivas
del autor (“arranque magnífico”, “ambición genial”); el vocabulario
abstracto, que revela la tendencia a la especulación teórica característica
del ensayo; la utilización de numerosos sinónimos (declinación, delirio,
demencia) y antónimos (desesperación-gloria) que dan unidad temática al
texto. Así se puede rastrear el campo semántico de la psiquiatría o el
del cuento.
Finalmente,
en lo que se refiere a los rasgos estilísticos detectamos
recursos literarios, con lo que se pone de manifiesto la dimensión estética
propia del ensayo: adjetivación abundante en la que se incluyen numerosos epítetos
(“absurda esperanza”, “triste declinación”); metonimias (“el
papel”), antítesis (“entre la desesperación y la gloria”), símiles
(“como un monstruo…”) y, sobre todo, metáforas (“pieza”,
“destello”, “fulgores”, “gigante”), que definen al personaje de forma
sugerente.
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